El dilema de Vladimir

viernes, 2 de mayo de 2008

¿Una o tres semanas?
2 de Mayo, Arueda.com

Nació en San Petersburgo hace ya 27 años (28 en Septiembre), y de él se podría decir que es uno de los tres mejores ciclistas rusos del momento. Debutó a profesionales muy pronto, en 1998 y sin siquiera la mayoría de edad, en el Lokosphinx ruso; con ellos comenzó a descubrir el calendario .2, incluidas algunas carreras por España. Tres años después, ya más curtido, dio un salto de categoría y fichó por el conjunto Itera; con ellos descubrió el calendario .1, y en su segundo año en el equipo ya destacó en las carreras ibéricas: segundo en el Trofeo Joaquim Agostinho y en Ordizia, tercero en la Volta ao Alentejo. Las cualidades del joven ciclista ruso no pasaron desapercibidas para el tándem Echavarri – Unzué, y en 2003 comenzó su aventura española.


Su primer año en Ibanesto.com fue de mera adaptación, debutando en el Tour y acabando en el puesto 100. Al segundo, cuando el equipo pasó a llamarse Illes Balears, comenzó a dar resultados. Cayó en su zurrón la Vuelta a La Rioja, siendo que también subió al podio de la Volta a Catalunya (como segundo clasificado tras un intratable Martín Perdiguero) y del Tour de Francia (como mejor joven, tras ser 13º en la general). El antiguo equipo bancario comenzó a darle galones mientras el mundo ciclista se preguntaba hasta dónde podía llegar ese espigado ciclista del Este. Sus 1’90 metros de estatura, se dijo, no eran propios de un vueltómano.

2005 fue el año en que Vladimir fue por primera vez como líder a una gran carrera (séptimo en el Giro, notable tratándose de su debut en la ‘corsa rosa’)… y donde decepcionó por primera vez, cuando solo pudo obtener un mediocre 50º puesto en el Tour de Francia. Karpets, se dijo, no era un ciclista de segundos esfuerzos.

La temporada siguiente, año II del desastroso UCI Pro Tour, Vladimir fue “tapado” a la sombra de Valverde tanto al Tour como a la Vuelta. Mientras en Francia Alejandro abandonaba como fruto de una caída, él alcanzaba de nuevo un resultado mediocre: 30º. Mientras en España Alejandro se dejaba la carrera en el descenso de Monachil, él conseguía un notable octavo puesto. Muy bueno, de nuevo, teniendo en cuenta que era su debut y cada carrera, para tener garantías, hay que conocerla cara a cara y no solo de vista. Pero se le puso un ‘pero’ a su actuación: jamás estuvo con Valverde. O eso se decía. No ayudaba a su compañero cuando más lo necesitaba. Karpets, se dijo, no era un corredor de equipo.

El año pasado, 2007, fue sin duda el mejor año de Karpets en toda su carrera profesional. Su decente actuación en el Tour de Francia (14º) fue de nuevo manchada por la sospecha de su falta de sacrificio por los compañeros. Su buena actuación en la Vuelta (7º), ídem. Pero, en el plano individual, sus logros fueron sin duda alguna magníficos: etapas en la Vuelta a Castilla y León y Volta ao Alentejo, aún estando lejos de su mejor forma; etapa y segundo lugar en la general en la Vuelta a La Rioja; y dos vueltas de una semana de prestigio internacional y pertenecientes al Pro Tour: Volta a Catalunya y Vuelta a Suiza. Acabó el año como décimo mejor ciclista del mundo, según el ránking del Pro Tour.

Ahí, en ese momento, llegó el dilema. Al mismo tiempo que se revelaba como un ciclista inapropiado para ayudar a sus compañeros, Vladimir Karpets se revindicó como un corredor casi ideal para vueltas de una semana. Sus excelentes condiciones como contrarrelojista le conceden una ventaja casi definitiva en rondas de no más de diez días que, sin embargo, se convierte en una ventaja efímera en rondas de tres semanas. Cada etapa de montaña representa tiempo perdido para Karpets casi con la misma precisión que cada etapa contrarreloj representa tiempo ganado. La brillantez con que Vladimir resuelve las carreras de una semana se opaca cuando no son una sino tres las semanas que tienen que afrontar.

Si acude a disputarlo seriamente, el Giro de Italia que comienza el próximo sábado puede ser la prueba definitiva para Vladimir Karpets y su definición como corredor. Un buen resultado avalaría la tesis de que el ruso puede hacerse algún día con el triunfo de una ronda de tres semanas; uno malo sembraría dudas en torno a ello y tal vez le impulsaría a preparar mejor vueltas más cortas como ya hiciera el año pasado. Quizá la ‘corsa rosa’ resuelva la incógnita de si Vladimir Karpets pasará a la historia ciclista como un “minivueltómano” de oro… ó un vueltómano de plata.

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